domingo, 5 de septiembre de 2010

BEATIFICACION DE FRAY LEOPOLDO DE ALPANDEIRE


En 1864 el 24 de junio, Nace en Alpendeire (Málaga). Sus padres, Diego Márquez y Jerónima Sánchez.
El 29 de junio es bautizado por el párroco Antonio Vallecillo Sánchez, se le impusieron los nombres de Francisco, Tomás de san Juan Bautista.

El 11 de septiembre recibe el sacramento de la Confirmación en Alpendeire. Le es administrado por el Excmo. Sr, D. Marcelo Spínola y Maestre, obispo de Málaga.
En Mayo de1895 en Ronda, se celebra un solemne triduo en honor del Reo, Diego José de Cádiz, con motivo de su beatitificación. Durante estos días decide seriamente llevar a cabo su propósito de consagrarse a Dios en la vida religiosa.

En el mes de agosto de 1899 ingresa como postulante en el convento de capuchinos de Sevilla. . Vistió el hábito capuchino, en el convento de Sevilla, de manos del P, Diego de Valencina, guardián y maestro de novicios. Su nombre de religión, desde aquél día, será Fray Leopoldo de Alpandeire. El 16 de noviembre de1900 emite sus votos simples en Sevilla. Los recibe el mismo P. Diego de Valencina.

En los meses de otoño de 1903 fue trasladado al convento de Granada, aunque oficialmente, su traslado no es confirmado hasta el 13 de enero de 1905. Antes residió varios meses en Antequera. Durante sus primeros años en Granada lo dedicaron al cultivo de la huerta. Años más tarde comenzó a ejercer de limosnero, cargo que desempeñaría hasta poco antes de su muerte. El 23 de noviembre. Hace su profesión solemne en manos del P. Francisco de Mendata, guardián.

18 de noviembre de 1913 es trasladado al convento de Sevilla.
En 1914, el 21 de febrero. Le destinan de nuevo al convento de Granada donde permanecerá el resto de su vida. En 1950, el 16 de noviembre celebra sus bodas de oro de profesión religiosa.
El acto tuvo lugar en la iglesia conventual de Granada. Reno"ó sus votos en manos del P. Provincial, fray Buenaventura de Cogollos Vega.
En 1953, el 9 de febrero. Sufre una caída, con fractura de fémur, que le retendrá en el convento durante tres años exactos; hasta su muerte.
En 1956, el 9 de febrero a la una y cuarenta minutos entregó su alma al Creador.
El 26 de junio de 1961 se inicia su Proceso de Beatificación y Canonización que preside el Excmo. Sr. Arzobispo de Granada, U. Rafael García y García de Castro.


Milagros de Fray Leopoldo:

Uno de los tantos milagros fue la de un joven que padecía varias enfermedades delicadas que lo llevaron a la muerte certificados por dos médicos granadinos. El padre del joven al recibir la noticia se fue a una habitación continua y empezó a orar a una estampita de Fray Leopoldo y estuvo en oración 20 minutos repitiendo las oraciones escritas en la estampa de Fray Leopoldo y pidiéndole el milagro de no ver muerto a su hijo.

Entre tanto llegaron de la parroquia para administrarle la extremaunción, cuando se fue el sacerdote, pudieron observar que el hijo comenzaba a respirar nuevamente ante la sorpresa de todos.

Curiosamente esta historia no termina aquí, al cabo de unas horas el hijo le dice al padre que no veía y este sin perder tiempo, volvió a la habitación continua y volvió a encomendarse a fray Leopoldo para que el hijo volviera a ver. De pronto sintió una voz de la habitación de al lado, era su hijo, diciendo -Papá, el milagro completo: Ya veo igual que antes.

Increíble, no es cierto, pero pienso que estos grandes hombres que han encontrado los cielos aquí en la tierra no se les puede negar nada.

Recomendamos un libro que narra estas historias de la vida Fray Leopoldo que se llama "Mendigo por Dios" que deja constancia de la disciplina y conducta de este hombre de Dios.

lunes, 30 de agosto de 2010

P. Pío Celebra 100 años de Sacerdocio




100 AÑOS DE GRACIA

Los ministerios que el sacerdote puede desarrollar para la salvación del mundo son de diversas formas, pero la más digna es hacerse dispensador de Cristo hecho Eucaristía. El Padre Pío vivía para la misa y de la misa. Toda misa para este santo era la fuente de su vida y de su vocación.

Para los visitantes de San Giovanni Rotondo que se acercaban al santo de Pietrelcina, la misa era uno acontecimiento especial. La misa celebrada por el Padre Pío era una manantial espiritual del cual todos querían beber. Participar una y otra vez de la celebración generaba nuevos sentimientos con gran ayuda para el espíritu.

El confesionario y el altar eran los dos lugares de donde brotaba toda su actividad apostólica. El Padre Pío decía: “Todo mi vivir es un vivir con Cristo en Dios, en beneficio de las almas”. En el altar y en el confesionario se desbordaba este vivir en beneficio de las almas. Los sufrimientos de cada día, sus actos como victima, dan testimonio de su plena unión con Cristo en Dios, que en el altar se mostraba de una forma única.

El Padre Pío deseó con gran ardor ser sacerdote, deseaba renovar en su vida el sacrificio de Cristo en el Calvario. Desde su ordenación sacerdotal, el 10 de agosto de 1910, hasta su muerte, el 23 de septiembre de 1968, el Calvario proyectó su luz sobre la celebración sacrifical de este humilde sacerdote capuchino. La misa fue un reflejo de su forma de vida y de su vocación.

El día de su ordenación, festividad del diacono mártir san Lorenzo, en una estampa-recordatorio esboza su nuevo ministerio: “Contigo sea yo para el mundo / camino, verdad y vida / y para ti, sacerdote santo / victima perfecta”. El Padre Pío aceptó la invitación al carisma capuchino para ser victima de amor en el dolor. Vocación que llevó con gran fortaleza y generosidad, perfeccionándola en cada instante de su vida, todas las acciones cotidianas tenían un valor sacrifical. La victimación corredentora del humilde fraile es el sello de su vida espiritual.

La participación viva y misteriosa de la Pasión de Jesús en la celebración del misterio de la misa lo penetraba de tal manera que se veía en él éxtasis frecuentes y arrobamientos maravillosos. El suspenso del cáliz en sus manos, la dificultad para pronunciar la formula de la consagración, el silencio después de la comunión, hacían que la prolongación de la misa fuera un revivir intenso en su alma y en su cuerpo los misterios de la Pasión de Cristo.

La Eucaristía era considerada por el Padre Pío el punto culminante de su vida, en ella participaba con Jesús de los misterios de la Muerte y Resurrección. Gracias a la fuerza obtenida del pan celestial, este frailecillo era capaz de pasar días enteros y hasta meses, en más de una ocasión, sin tomar alimento.

Invitaba a todos los fieles a participar constantemente en la Misa. Su sacerdocio lo vivió entregado totalmente a la salvación de las almas. En el altar él hacía ofrenda de su vida por todos los hombres y quería que todos aceptaran el amor de Dios por los hombres testimoniado en Jesucristo.

Hoy, a cien años de su ordenación sacerdotal, el Padre Pío sigue siendo un hombre extraordinario. Sigue intercediendo por nosotros y nos invita a proyectar nuestra vida como un generoso servicio a Dios y al prójimo. En este centenario queremos dar gracias a Dios por la vocación de San Pío de Pietrelcina, humilde capuchino, que es un gran ejemplo de sufrimiento por la humanidad.


“¡Séante dadas infinitas gracias y alabanzas, oh mi Dios! ¡Tenías encomendada a tu hijo ‘una gran misión’, misión que sólo a mí y a Ti nos es conocida! ¡Oh Dios! ¡Hazme sentirte cada vez más y más en este mi pobre corazón y cumple en mí la obra por Ti comenzada! Siento una voz que me repite sin cesar: ¡santifícate y santifica a los demás!

Padre Pío