14 de julio
No desconfíes de la providencia divina, confía en Dios, abandónate a él, déjale a él el cuidado entero de ti misma, y quédate tranquila que no quedarás confundida. Comprendo y entiendo que la prueba es dura y hosca la batalla; pero comprendo también que el fruto, que lo recogerás a su tiempo, es muy abundante. La corona que se va tejiendo allá arriba es con mucho muy superior a todo lo que podemos imaginar. […].
Júzgame como creas, pero lo que quiero de ti es que, al aumentar las pruebas, aumente también el abandono y la confianza en Dios; profundiza cada vez más en la humildad y en bendecir al Señor, que se digna en su bondad visitarte de ese modo para disponerte a formar parte de la construcción de la Sión celeste.
(10 de abril de 1915, a Raffaelina Cerase – Ep. II, p. 393)
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