viernes, 4 de febrero de 2011

Vengan a Mí todos los que tienen sed, y yo les daré de beber


4 de febrero

Usted sabe bien cómo me hace sufrir el ver a tantos pobres ciegos, que huyen, más que del fuego, de la dulcísima invitación del divino Maestro: «Venid a mí todos los que tenéis sed, y yo os daré de beber».

Mi espíritu se siente extremadamente triste al encontrarse ante estos verdaderos ciegos, que ni siquiera sienten piedad de sí mismos, de modo que sus pasiones de tal modo les han privado del sentido común que ni siquiera sueñan en venir a beber de esta verdadera agua del paraíso.

Un momento de reflexión, padre, y después dígame si tengo razón al sufrir por la locura de estos ciegos. Mire cómo triunfan cada día más los enemigos de la cruz. ¡Oh cielo!, ellos arden continuamente en un fuego vivo, entre mil deseos de satisfacciones terrenales.

Jesús les invita a que vayan a satisfacer la sed en aquella agua viva. Jesús conoce muy bien la gran necesidad que tienen de beber hasta saciarse de esta nueva agua, que él tiene destinada a quienes verdaderamente tienen sed, para no perecer en las llamas por las que son devorados.

Jesús les dirige esta tiernísima invitación: «Venid a mi todos los que tenéis sed, y yo os daré de beber». Pero, ¡Dios mío!, ¿qué respuesta recibe de estos infelices? Estos desgraciados dan pruebas de no entender; se alejan; y, lo que es peor, acostumbrados desde hace años a vivir en ese fuego de satisfacciones terrenas, envejecidos entre esas llamas, ya no escuchan estas amorosas invitaciones, y ni siquiera se dan cuenta del peligro grave, horroroso, en el que están.

(10 de octubre de 1915, al P. Agustín de San Marco in Lamis – Ep. I, p. 666)

jueves, 3 de febrero de 2011

Quien confía en el Señor, nunca será defraudado


3 de febrero

Las pruebas por las que sientes traspasada el alma, ten por cierto que son señales del amor divino y alhajas para el alma. Todo lo que sucede en ti, es obra de Jesús; y debes creer que es así. A ti no te toca juzgar la obra del Señor; pero sí debes someterte humildemente a esas divinas actuaciones. Deja plena libertad a la gracia que actúa en ti; y recuerda que nunca debes inquietarte ante las situaciones adversas que te puedan sobrevenir, con el convencimiento de que hacerlo sería un impedimento a la acción del Espíritu divino.

Por eso, en cuanto sientas que algún sentimiento de inquietud se va suscitando en ti, recurre a Dios y abandónate en él con total y filial confianza; porque está escrito que quien confía en él, no quedará nunca defraudado. Valentía siempre, y siempre adelante. Pasará el invierno y vendrá la interminable primavera, tanto más rica de bellezas cuanto más duras fueron las tempestades.

La aridez de espíritu, en la que te sientes sumergida y perdida, es una prueba dolorosísima pero amabilísima por el fruto que de ella viene al espíritu. Es querida por Dios para poner fin en ti a una devoción superficial, que no santifica al alma y que es y le puede resultar perjudicial. Es también querida por Dios para llevar al alma a adquirir la verdadera devoción, que consiste en una voluntad decidida de poner en práctica lo que conduce al servicio de Dios, sin ninguna satisfacción personal. En resumen, obra el bien porque es bien y porque da gloria y agrada a Dios.

El alma que se encuentra en este estado, no debe de ningún modo perder el ánimo; no debe dejar de hacer nada de lo que acostumbraba hacer en tiempo de consuelos espirituales; al contrario, debe procurar multiplicar sus prácticas de devoción y estar siempre atenta y vigilante sobre sí misma.

(26 de agosto de 1916, a María Gargani – Ep. II, p. 236)

miércoles, 2 de febrero de 2011

"Sufrir y no morir"


2 de febrero

El cuadro de la vida, si está formado por representaciones de las culpas cometidas, es equivocado y, como consecuencia, viene del demonio. Tú eres amada por Jesús; y [y da una acción de gracias a Jesús porque] ya ha perdonado tus culpas; y, por tanto, ya no puede haber lugar para el abatimiento del espíritu. El querer persuadirte de lo contrario, es una verdadera pérdida de tiempo, es una ofensa que se hace al Corazón de nuestro tiernísimo Amante. Si, por el contrario, el cuadro de la vida es la representación de lo que podrías o pudiste ser, entonces viene de Dios.

El deseo de estar en la paz del claustro es santo, pero es necesario moderarlo. Es mejor hacer la voluntad de Dios, esperando todavía un poco más fuera del sagrado recinto para no faltar a la caridad, que gozar de la fresca sombra del sagrado claustro. Sufrir y no morir era el dicho de santa Teresa; y el de san Francisco de Sales: «Vivir para sufrir siempre». Es dulce el purgatorio, cuando se sufre por amor a Dios.

(26 de agosto de 1916, a María Gargani – Ep. II, p. 236)

lunes, 31 de enero de 2011

Sé Constante y el Señor te dará la Corona de la Gloria


31 de enero

Te he dicho muchas veces que, en la vida espiritual, es necesario caminar de buena fe, sin prejuicios y sin soberbias. Haz de este modo: aplícate, en la medida en que lo permitan tu capacidad y tu debilidad, a querer hacer siempre el bien. Si lo consigues, alaba y da gracias al Señor por ello; si, a pesar de toda tu atención y buena voluntad, no consigues hacerlo totalmente o en parte, humíllate profundamente ante Dios, pero sin desanimarte; proponte estar más atento en el futuro, pide el auxilio divino, y continúa adelante.

Sé bien que tú no quieres hacer el mal intencionadamente. Y los otros males que el Señor permite y que tú cometes sin que lo desees, que te sirvan para humillarte, para mantenerte lejos de la vanagloria. Por tanto, no temas y no te angusties en adelante por las dudas de tu conciencia; porque sabes bien que, después de esforzarte y de hacer cuanto está en tus manos, no hay motivo para temer y angustiarse.

(30 de enero de 1919, a Fray Marcelino Diconsole – Ep. IV, p. 396)

domingo, 5 de septiembre de 2010

BEATIFICACION DE FRAY LEOPOLDO DE ALPANDEIRE


En 1864 el 24 de junio, Nace en Alpendeire (Málaga). Sus padres, Diego Márquez y Jerónima Sánchez.
El 29 de junio es bautizado por el párroco Antonio Vallecillo Sánchez, se le impusieron los nombres de Francisco, Tomás de san Juan Bautista.

El 11 de septiembre recibe el sacramento de la Confirmación en Alpendeire. Le es administrado por el Excmo. Sr, D. Marcelo Spínola y Maestre, obispo de Málaga.
En Mayo de1895 en Ronda, se celebra un solemne triduo en honor del Reo, Diego José de Cádiz, con motivo de su beatitificación. Durante estos días decide seriamente llevar a cabo su propósito de consagrarse a Dios en la vida religiosa.

En el mes de agosto de 1899 ingresa como postulante en el convento de capuchinos de Sevilla. . Vistió el hábito capuchino, en el convento de Sevilla, de manos del P, Diego de Valencina, guardián y maestro de novicios. Su nombre de religión, desde aquél día, será Fray Leopoldo de Alpandeire. El 16 de noviembre de1900 emite sus votos simples en Sevilla. Los recibe el mismo P. Diego de Valencina.

En los meses de otoño de 1903 fue trasladado al convento de Granada, aunque oficialmente, su traslado no es confirmado hasta el 13 de enero de 1905. Antes residió varios meses en Antequera. Durante sus primeros años en Granada lo dedicaron al cultivo de la huerta. Años más tarde comenzó a ejercer de limosnero, cargo que desempeñaría hasta poco antes de su muerte. El 23 de noviembre. Hace su profesión solemne en manos del P. Francisco de Mendata, guardián.

18 de noviembre de 1913 es trasladado al convento de Sevilla.
En 1914, el 21 de febrero. Le destinan de nuevo al convento de Granada donde permanecerá el resto de su vida. En 1950, el 16 de noviembre celebra sus bodas de oro de profesión religiosa.
El acto tuvo lugar en la iglesia conventual de Granada. Reno"ó sus votos en manos del P. Provincial, fray Buenaventura de Cogollos Vega.
En 1953, el 9 de febrero. Sufre una caída, con fractura de fémur, que le retendrá en el convento durante tres años exactos; hasta su muerte.
En 1956, el 9 de febrero a la una y cuarenta minutos entregó su alma al Creador.
El 26 de junio de 1961 se inicia su Proceso de Beatificación y Canonización que preside el Excmo. Sr. Arzobispo de Granada, U. Rafael García y García de Castro.


Milagros de Fray Leopoldo:

Uno de los tantos milagros fue la de un joven que padecía varias enfermedades delicadas que lo llevaron a la muerte certificados por dos médicos granadinos. El padre del joven al recibir la noticia se fue a una habitación continua y empezó a orar a una estampita de Fray Leopoldo y estuvo en oración 20 minutos repitiendo las oraciones escritas en la estampa de Fray Leopoldo y pidiéndole el milagro de no ver muerto a su hijo.

Entre tanto llegaron de la parroquia para administrarle la extremaunción, cuando se fue el sacerdote, pudieron observar que el hijo comenzaba a respirar nuevamente ante la sorpresa de todos.

Curiosamente esta historia no termina aquí, al cabo de unas horas el hijo le dice al padre que no veía y este sin perder tiempo, volvió a la habitación continua y volvió a encomendarse a fray Leopoldo para que el hijo volviera a ver. De pronto sintió una voz de la habitación de al lado, era su hijo, diciendo -Papá, el milagro completo: Ya veo igual que antes.

Increíble, no es cierto, pero pienso que estos grandes hombres que han encontrado los cielos aquí en la tierra no se les puede negar nada.

Recomendamos un libro que narra estas historias de la vida Fray Leopoldo que se llama "Mendigo por Dios" que deja constancia de la disciplina y conducta de este hombre de Dios.