lunes, 16 de mayo de 2011

El Señor es mi Pastor

Paz y Bien
Oye las palabras de Jesús, El Buen Pastor que una vez más te invita a entrar a su Redil, porque Él es la Puerta, Él es el Buen Pastor, Él es el que da la vida por ti.  Pídele incesantemente y sin desfallecer que Tú seas siempre del rebaño bendito, que seas verdaderamente una oveja de Cristo, y que no te dejes llevar por el lobo, ni por el León rugiente que busca a quién devorar.
11. Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas. 12.Pero el asalariado, que no es pastor, a quien no pertenecen las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye, y el lobo hace presa en ellas y las dispersa, 13.porque es asalariado y no le importan nada las ovejas. 14. Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas y las mías me conocen a mí, 15.como me conoce el Padre y yo conozco a mi Padre y doy mi vida por las ovejas. 16. También tengo otras ovejas, que no son de este redil; también a ésas las tengo que conducir y escucharán mi voz; y habrá un solo rebaño, un solo pastor. 17. Por eso me ama el Padre, porque doy mi vida, para recobrarla de nuevo. 18. Nadie me la quita; yo la doy voluntariamente. Tengo poder para darla y poder para recobrarla de nuevo; esa es la orden que he recibido de mi Padre. (Jn 10,11-18)
Queridos Hermanos la liturgia de la Palabra para la Eucaristía de ayer nos presentaba ya el texto del Buen Pastor, el que da la vida por sus ovejas. ¡Cuánta necesidad tenemos hoy, aquí y ahora de encontrarnos con El Buen Pastor! En un mundo done hay tantas voces, donde hay tantos apriscos y donde corren tantos ríos de agua que muchas veces nos contaminan y nos arrancan de la compañía del Buen Pastor, necesitamos escuchar su voz, sólo su voz que es dulce y suave.
El Buen Pastor conoce a sus ovejas. Jesús al tomar el dulcísimo nombre de Pastor, te está diciendo que te conoce a Ti por tu nombre, que no sólo formas parte del rebaño, de su rebaño, sino que te conoce de manera única y personal. Todos los que escuchan su voz son sus ovejas, porque le conocen y le siguen, es decir, porque ponen en práctica las virtudes del Buen Pastor. El Buen Pastor tiene un conocimiento perfecto de todas sus ovejas, a cada una la llama por su nombre y la conduce hacia fuentes tranquilas. Las llama por su nombre y conoce no sólo su exterior, sino sobre todo y ante todo su interior, su corazón ya que éste es el único modo de conocerlas bien. Es un conocimiento tan extraordinario, tan excepcional, tan maravilloso que según las palabra del mismo Jesús nos dice: ‘Como el Padre Celestial me conoce a Mi, así yo les conozco a mis ovejas’. Se trata de un conocimiento profundo, completo. Un conocimiento lleno de ternura, de amor. Éste único y verdadero Pastor es el que ha rescatado a cada una de sus ovejas a precio de Sangre. Ha dado su vida por todas y cada una, para que ninguna se pierda. Cuando alguna se aleja del rebaño Él va en su búsqueda, la carga en su hombros y la conduce al regazo de su amor y su misericordia.
Es por tanto el amor el que caracteriza al Buen Pastor. Es el amor el que le lleva a conocer a cada una de sus ovejas. Es el amor el que le impulsa a dar la vida para que sus ovejas tengan vida, y la tengan en abundancia. El amor es para las ovejas el signo de seguridad y de certeza de que escucharán aquellas palabras benditas del Buen Pastor: ‘Vengan benditos de mi Padre a recibir el Reino preparado para ustedes desde la creación del mundo…’.
Por otro lado la manera de cómo Jesús apacienta sus ovejas es de una forma muy singular y extraordinaria, Él da a sus ovejas el alimento que perdura hasta la vida eterna. Es un alimento sano, abundante y sabroso que fortalece y da salud, garantizándonos así también la vida eterna. El buen Pastor apacienta a sus ovejas con su divina palabra, que es palabra de vida eterna. En ella como en el maná encuentran sus ovejas exquisitos y variados sabores y remedios para sus males. La palabra de Jesús es consuelo en las tristezas, luz en las tinieblas, fortaleza en la debilidad, alimento sólido para los que tienen hambre y sed de justicia. Aliento y fortaleza para alcanzar la santidad.
También El Buen Pastor alimenta a las ovejas con su gracia. Da al alma la paz y el sosiego porque en verdes praderas la hace descansar. Son los divinos sacramentos los fortalecen la vida de la gracia y van conduciendo a la perfección del alma amante del Buen Pastor porque en ellos se derrama la gracia de Dios y hace capaces a las ovejas de vivir plenamente y seguras de pertenecer al único redil con el único Pastor, Cristo Jesús. Finalmente el Buen Pastor llevó a la máxima generosidad la alimentación de cada una de las ovejas que le escucha, le conocen y se deja pastorear por él. El Buen Pastor ha cumplido soberanamente su oficio, a dado a sus ovejas como pasto su propio cuerpo, y como bebida su propia sangre. El Divino Pastor, Cristo Jesús se da todo en alimento a sus ovejas. Las madres sustentan a sus pequeñuelos breve tiempo con su leche; pero ¿qué madre hay que toda su vida alimente a su hijos con su carne y con su sangre? Esto sólo lo hace el Buen Pastor.
Por si esto fuera poco, el Buen Pastor muere por sus ovejas. Él mismo no indica la calidad de su amor y de su fidelidad, también la manera de dar vida: ‘Yo doy mi vida por mis ovejas’. Jesús es capaz de hacer esto de manera extraordinaria y única, por eso es el Pastor Divino.
Caminemos pues, corramos al encuentro del Buen pastor que sale en nuestra búsqueda para cargarnos en sus benditos hombros y recostarnos en su regazo y. gozar siempre de su protección
Paz y Bien
Con mis oraciones:
Fray Pablo Capuchino Misionero.
Fort Worth Texas, Mayo 16 de 2011.

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