La Santísima Virgen María logre que tengamos amor puro y perfecto a la cruz, a los padecimientos, a las angustias, a los dolores y a las tristezas de esta vida.
De esta manera tenemos la certeza de abrazar con el mismo gusto y alegría la gloria de la resurrección. María nos conceda la gracia de compartir junto con ella la gloria del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Fray Pablo capuchino Misionero.
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